Conchita Pisón pedía ante la asamblea “Pido que me permitáis experimentar durante dos años lo que es vuestra vida franciscana consagrada y juzguéis de mi actitud para servir a Dios en este grupo”… Y recibió de manos del Hno. José Mª González Zapatero, Presidente de este grupo de Madrid el Crucifijo, buena prueba del amor más grande, Dios mismo Crucificado, como regalo supremo de sí mismo entregado, para recibir de ella el don de su vida transformada en respuesta constante y amorosa por medio de sus dificultades, trabajos, esfuerzos luchas, dolores, descanso y compensaciones. Todo esto, unido a Él, ya está marcado con el sello del Crucificado, precio de la entrada al Reino.
DON y RESPUESTA que nos permite vivir ya, con la alegría y esperanza hecha realidad…es la nave que nos lleva a traspasar las nubes borrascosas que estremecen la tierra con sus tormentas, para gozar de la luz del sol claro allá en las alturas, como nos dijera el P. Emilio en su alocución.
A continuación la Hna. Teodora, residente en Burgos hizo su consagración empezando con estas palabras: “ OH JESÚS, te adoro aquí presente y, asociándome a tu i
nmolación Eucarística, quiero realizar la mía por una consagración de mi vida a Ti”….Así quedó comprometida, a ser reflejo y testimonio de él, fecundidad activa, a ser transmisión de amor, apoyo, luz, y gozo compartido en la fe que revitaliza, es hacer presente en el mundo al Dios Bondad, de quien dimana la hermosura a compartir con nosotros, ya y aquí, en una unión de fidelidad al Dios Fiel.
El P. Emilio también nos dio una buena definición: “Como vasos sagrados y consagrados para sólo una misión exigente: ser depositarios del misterio de Dios hecho pan y vino entregado a los demás” y como estos vasos sagrados, hay que mantenerlos limpios. Nuestro P. san Fra
ncisco que en ningún momento usaba de lo supérfluo, a la hora de pensar en la Eucaristía, quería que fueran además de material “precioso”…y precioso es ya nuestro ser, si nuestra dedicación es: ser portadores de su Persona Santa.