jueves, 6 de agosto de 2009

Me robaste el corazon

martes, 16 de junio de 2009

Consagración en los cruzados seráficos de los hermanos de Asturias















domingo, 31 de mayo de 2009

Pentecostes 2009-abrir el corazon

sábado, 16 de mayo de 2009

Nuevo Asistente de los CRUSE

La Fraternidad Consagrada de los Cruzados Seráficos de la O.F.S de España tendrá un nuevo Asistente, ya que el actual Asistente Nacional, P. Clodulfo Escobar tiene que dejarlo por motivos de Salud. Hasta ahora ha estado como Asistente el P. Clodulfo Escobar que llevaba ejerciendo esta labor desde el año 1985 .

El nuevo Asistente será el P. Ramón Baselga, que en estos momentos esta en Valencia y hasta ahora ejercía la labor de Viceasistente del los CRUSE desde el año 1991. Al mismo tiempo, fue nombrado Asistente de zona de Valencia (P.Ramón Baselga en la foto en el día de sus bodas de oro sacerdotales).

Durante estos años ha sido una constante en su asistencia que nuestra fraternidad fuera recuperando o mejor dicho ocupando su sitio dentro de la O.F.S. En segundo lugar, insistía siempre en vivir nuestra vocación franciscana y no olvidar nunca la caracteristica fundamental que nos caracteriza : La disponibilidad plena a lo que necesitará la O.F.S.

Es un hombre cercano a los hermanos, con gran dedicación y un gran amor a sus hermanos de la O.F.S, siempre disponible para aquello que le solicitan. En los últimos años, se dedicó en cuerpo y alma junto a nuestro hermano Antonio Menéndez (O.F.S) en la comisión de Legislación y Patrimonio . Ambos han desarrollado una gran labor en estas comisiones que sería muy largo de expresar .

Tampoco queremos desaprovechar la ocasión para agradecer al P. Ramón Baselga la aceptación para ser asistente de nuestra Fraternidad Consagrada, deseándole mucha suerte y expresándole que contará con nuestra colaboración.


domingo, 3 de mayo de 2009

Corona Franciscana

LA CORONA FRANCISCANA

Historia:

Una devoción mariana que se ha desarrollado en el seno de la Orden Seráfica es la corona Franciscana de las sietes alegrías de la Santísima Virgen . En 1442, en tiempos de San Bernardino de Siena, se difundió la noticia de una aparición de la Virgen a un novicio franciscano.

Este de niño, tenía la costumbre de ofrecer a la bienaventurada Virgen una corona de rosas. Cuando ingreso en la Orden de Hermanos Menores, su mayor dolor fue no poder seguir ofreciendo a la Santísima Virgen esta ofrenda de flores. Su angustia llego hasta tal punto, que decidió abandonar la Orden. La Virgen se le apareció para consolarlo y le indicó otra ofrenda diaria que le sería muy agradable. Le sugirió recitar cada día siete décadas de Ave Marías intercaladas con la meditación de los siete misterios gozosos que ella vivió en su existencia. De esta manera tuvo origen la Corona Franciscana , Rosario de las siete alegrías.

Desarrollo de la Corona:

La Corona de la siete Alegrías de la Virgen María viene a ser el rosario franciscano.
Consta de siete Alegrías y cada Alegría de un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria. Al terminar cada Alegría se dirá: Bendita y alabada sea la santa, inmaculada y purísima Concepción de la bienaventurada Virgen María, Madre de Dios .
Terminada las sietes Alegrías se rezarán dos Avemarías para completar los setenta y dos como los años de la Virgen y un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria por las intenciones del Sumo Pontífice.

Y por último se rezarán las Letanías a nuestra Madre

Alegrías:

• Primera Alegría: La Encarnación del Hijo de Dios.
• Segunda Alegría: La Visita de la Virgen María a su prima Isabel.
• Tercera Alegría: El Nacimiento del Hijo de Dios.
• Cuarta Alegría: La Adoración de los Reyes Magos.
• Quinta Alegría: El Hallazgo del Niño Jesús en el Templo.
• Sexta Alegría: Aparición de Jesús resucitado a la Virgen María.
• Séptima Alegría: La Asunción y Coronación de la Virgen Santísima.

Hna. Guillermina de la Encina
Cru-Se Guadalajara

sábado, 2 de mayo de 2009

capítulo de las esteras




Un evento histórico

 

La Primera Orden (Hermanos Menores, Conventuales, Capuchinos) y la Tercera Orden Regular (TOR), celebraron el Capítulo Internacional de las Esteras 2009, en la ciudades de Asís y Roma del 15 al 18 de abril. Este evento fue una evocación del capítulo que por deseo de San Francisco se realizó en Santamaría de los Ángeles en 1221, en aquel entonces se reunieron 5.000 hermanos. El Capítulo de las Esteras de 2009 fue verdaderamente un evento histórico, sin que haya alcanzado la intensidad y la singularidad del evento convocado por san Francisco.

* Los Participantes. Dos mil hermanos, procedentes de 65 Naciones, representaron a los 35.000 franciscanos de todo el mundo. También estuvieron presentes algunos Delegados de Institutos de hombres y mujeres que se inspiran en el carisma de Francisco y Clara, de la  OFS/JuFra y de los franciscanos de otras confesiones cristianas.

* Las Motivaciones. Este año 2009 celebramos el VIII Centenario de nuestros Orígenes. De hecho, han pasado ocho siglos desde que, en la primavera de 1209, Francisco y sus primeros compañeros fueron ante Inocencio III, con el fin de obtener la aprobación su “forma de vida” evangélica, que el Santo escribió en pocas palabras y sencillamente.

* La Finalidad. En la Carta de convocatoria del Capítulo, Pascua 2008, los Ministros generales de la Conferencia de la Familia Franciscana reafirmaron el sentido del año jubilar: «estamos llamados…, a renovar nuestra fidelidad al carisma y a comprender mejor toda la herencia espiritual de nuestro Fundador, con respuestas concretas y creativas, cada cual en su propia vida diaria, con nuevo compromiso y nuevas fuerzas abiertos a la esperanza cristiana»; señalaron que el Capítulo de las Esteras debería ser «un tiempo fuerte de comunión en el espíritu de acogida mutua (día primero), de testimonio (día segundo), de penitencia y ayuno (día tercero) y de agradecimiento (día cuarto)».

«En estos días – los Ministros generales acaban de concluir la Carta de convocatoria –  huéspedes de la Iglesia de Asís, reflexionaremos sobre la Regla que hemos prometido observar y cumpliremos gestos concretos  para expresar nuestro deseo de conversión; sobre todo deseamos poder concluir esta experiencia histórica renovando nuestra obediencia al “señor Papa” y recibiendo de él el mandato de ir por el mundo a predicar la penitencia».

Los gestos concretos han sido la acogida, el testimonio, la penitencia y el ayuno, el agradecimiento al Papa en la audiencia de Castel Gandolfo el 18 de abril.

 

Acogida

 

Dentro de una "gran carpa" (130m x 15m) se celebró la apertura del magno evento con la entronización del Evangelio y de la Regla de san Francisco. El Ministro general y Presidente en turno de la Conferencia de la Familia Franciscana, Fr. José Rodríguez Carballo, después de haber leído los breves mensajes de las Clarisas del Monasterio de Pagánica, recientemente destruido por el terremoto que afectó la región de los Abruzos, y el del Hermano Alois, Prior de Taizé, ha dado la bienvenida a los participantes: «Es la primera vez en la historia – dijo Fr. José – que toda nuestra Familia se encuentra reunida en donde todo tuvo inicio, en Asís, frente a la Porciúncula, para darle agracias al Señor por el gran don del carisma que san Francisco ha dejado a la Iglesia».

Sucesivamente, después de recibir el saludo de Fr. Aldo Broccato, OFMCap, Presidente de la Conferencia de la Unión de Ministros provinciales de la Familia Franciscana de Italia, que organizó el evento, el capítulo comenzó con una ponencia de Fr. Raniero Cantalamessa, OFMCap, predicador de la Casa Pontificia. «Este año (2009) tenemos una oportunidad única para remontarnos al carisma franciscano en su nacimiento, por así decirlo, "en el estado puro". Es un kairòs para toda la orden y el movimiento franciscano; no podemos dejar que pase en vano».

La tarde del día 1° terminó con la Celebración eucarística en la Basílica de la Porciúncula, presidida por el Obispo de Asís, Mons. Domenico Sorrentino, quien destacó, en su homilía, la necesidad de insertarse en el contexto cultural actual para aprender a dialogar con el mundo contemporáneo, redescubriendo el celo misionero de Francisco de Asís y de sus primeros compañeros.

 

Testimonio

 

La jornada del jueves 16 de abril se dedicó a los "Testimonios" de Franciscanos dispersos por el mundo, la cual estuvo coordinada de manera magistral por Francisco Giorgino, periodista de la RAI.

La mañana se reservó para el testimonio de tres ex Ministros generales: Mons. John Corriveau, OFMCap, Obispo de Nelson (Canadá), Fr. Giacomo Bini, OFM, y Mons. Gianfranco Agostino Gardin, OFMConv, Secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida  Apostólica.

* Mons. J. Corriveau: «El Señor me dio hermanos». «Ninguna otra imagen de Jesús llenaba de tanto entusiasmo a Francisco como la imagen del Maestro que lava los pies a sus discípulos. La adoptó como modelo de autoridad y de servicio para su Fraternidad: «Aquellos que han sido colocados sobre los demás, gloríense de tal prelacía  tanto como si hubieran sido encargados del oficio de lavar los pies a los hermanos. Y en la medida en que se turban más porque les quitan la prelacía que por que les quitan el oficio de lavar los pies, en la misma medida se hacen bolsas para peligro de su alma».

* Fr. G. Bini: «Pues por esto os envío al mundo entero, para que de palabra y con las obras deis testimonio de su voz». «Todo tipo de estructura está sujeta a cambios debidos a la vida que crece y se desarrolla. Cambiar, con el corazón fijo en el Señor, es un signo de vida, es signo de un camino que se está haciendo, de un inserirse en la historia. De hecho, quien se encuentra interiormente sereno no tiene dificultad para cambiar. Cuando los valores son claros y fuertes, con mayor facilidad se crean y se inventan nuevas formas de evangelización y de encuentro con los hombres y las mujeres de nuestro tiempo. Una creatividad vital e interior, como lo es la renovación de formas evangelizadoras y misioneras, son indicio de expresiones de una fidelidad renovada a Dios, a la Iglesia, a la intuición evangélica de Francisco, a la Orden y a la historia».

* Mons. A. Gardin: «Manténgase siempre fieles y sujetos a los prelados y a todos los clérigos de la santa madre Iglesia» «A mi me parece que la idea de “fidelidad” ilumina el sentido del estar sometidos. Por tanto, el mantenerse sujetos, tiene razón de ser en la media en que se le expresa fidelidad al Evangelio, o en la medida en que se hace eficaz la obediencia al Evangelio: esta era una preocupación radical, omnicomprensiva de Francisco, por así decirlo, porque vivir el santo Evangelio es la clave y la síntesis del ser cristiano. Creo que una vez más, se debe decir que la “fidelidad” no simplemente indica una obediencia pasiva o formal. Francisco sabía bien que la obediencia es la mediación de la voluntad divina expresada por los prelados, pero para superar la mediación y llegar a Dios y a las demandas irrenunciables del Evangelio».

Por la tarde, con la ayuda de cortometrajes, fueron presentadas diversas experiencias: Fr. Paulo Xavier, OFMCap, misionero en la Amazonía sobre "missio ad gentes"; Fr. Marcos McBride, TOR, Director General y profesor universitario en los EE.UU, sobre el ministerio de la educación; Fr. Danilo Salezze, OFMConv, Director del "Mensajero de S. Antonio” (Padua), sobre los medios de comunicación; Sra. Encarnación del Pozo, Ministra General de la OFS, sobre los franciscano laicos en el tercer milenio; Fr. Pierbattista Pizzaballa, OFM, Custodio de Tierra Santa, sobre diálogo interreligioso.

La jornada del “testimonio” terminó con la Celebración eucarística en la Basílica de Sta. María de los Ángeles, presidida del Prefecto de la Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica, Card. Franc Rodé, quien, en la homilía, recordó: «Ustedes son los hijos del profeta Francisco de Asís, el cual, como Abraham, partió sin saber a donde andaba, confiando total y únicamente en Dios, siempre dispuesto a comenzar de nuevo, por un camino sobre todo  interior, de conversión, a la conquista de aquella libertad que Jesús le había granjeado. El Espíritu Santos los ha conducido hasta aquí, a la Porciúncula, la Casa de la misericordia, en donde nacieron todos ustedes, para que puedan sentirse todos ustedes bendecidos por el Señor, perdonados, que han recibido la “gracia” , para poderse convertir al amor de Dios, dejándose amar una vez más gratuitamente para poder iniciar una vida nueva. En este lugar ustedes fueron llamados a descubrir – sea personal que comunitariamente – la perla preciosa de vuestra fe  y de vuestra vocación, a limpiarla de las incrustaciones que pudieron haberla opacado, debido a la costumbre o al  desánimo o a los pequeños y grandes compromisos».

 

Ayuno-Peregrinación

 

La jornada del viernes 17 de abril fue un día de ayuno, de "desierto" y de peregrinación desde la Porciúncula a la tumba de S. Francisco.

Después de la meditación presentada por la Abadesa del Monasterio Sta. Lucia de Foligno, Sor. Ángela Emanuela Scandella, en la Basílica de Sta. Clara, los Capitulares permanecieron delante del crucifijo de San Damián y vivieron el “desierto” en los lugares más significativos de Asís: Sta. María de los Ángeles, Rivo Torto, S. Francisco, Sta. Clara, S. Damián, las Cárceles, S. Rufino.

A las 15 horas todos los hermanos se encontraron frente a la Porciúncula y, guiados por los Ministros generales, se encaminaron silenciosamente hacia la rumba de san Francisco, en donde recibieron el texto de la Regla que prometieron observar.

Posteriormente, en la plaza de la Basílica Inferior, el Cardenal Cláudio Hummes, OFM, Prefecto de la Congregación para el Clero, presidió la solmene Celebración eucarística, el cual, durante la homilía desarrolló cuatro puntos del carisma franciscano: «la renovación, la misión apostólica, el amor a la pobreza y a los pobres, la fraternidad franciscana y la comunión con la Iglesia».

 

Roma – Con el «señor Papa»

 

El Capítulo Internacional de las Esteras se concluyó el 18 de abril con tres significativos encuentros: 1° Con el Resucitado en la Eucaristía en el “Centro Mariápolis”, en las inmediaciones de Castel Gandolgo, presidida por el Ministro general, Fr. José R. Carballo, el cual en su homilía legó a la Asamblea  cuatro verbos como compromiso del Capítulo: «ver, andar, correr, alegrarse».

2. Con el «señor Papa» en el Cortil apostólico de Castel Gandolfo. Saludando a Benedetto XVI, el Presidente en turno, a nombre de la Familia Franciscana, dijo: «¡Santo Padre! Con el corazón vibrante de alegría de que toda la Familia Franciscana se encuentra reunida hoy en torno a Usted, para celebrar en la Iglesia y con la Iglesia el VIII Centenario de la fundación de la Orden de Frailes Menores, para celebrar el don del carisma que san Francisco nos ha dejado. Fortalecidos por esta única certeza, hemos dejado Asís para venir con Usted, santo Padre, como un día hizo Francisco de Asís con sus primeros compañeros. Le pedimos que nos confirme una vez más en este santo propósito de vida, para que, como recita nuestra Regla, “siempre sometidos y sujetos a los pies de la misma santa iglesia, firmes en la fe católica, observemos la pobreza y la humildad y el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo que firmemente prometimos” (Rb 12,4)».

Dirigiéndose a los presentes en la Audiencia y a los franciscanos y las franciscanas de todo el mundo, Benedicto XVI recordó lo esencial de la experiencia de Francisco: «Todo tuvo inicio desde la conversión de Francisco, el cual, a ejemplo de Jesús, "se despojó a sí mismo" y, desposando a la Señora Pobreza, se convirtió en testigo y heraldo del Padre que está en los cielos». «Todo hermano y toda hermana custodie siempre un alma contemplativa, sencilla y alegre: volved a partir siempre de Cristo, como Francisco partió de la mirada del Crucificado de San Damián y del encuentro con el leproso, para ver el rostro de Cristo en los hermanos que sufren y llevar a todos su paz. Sed testigos de la "belleza" de Dios, que Francisco supo cantar contemplando las maravillas de la creación, y que le hizo exclamar dirigiéndose al Altísimo: "¡Tú eres belleza!"». Y concluyó diciendo: «¡Gracias por haber venido! Ahora id y llevad a todos la paz y el amor de Cristo Salvador. Que María Inmaculada, "Virgen hecha Iglesia", os acompañe siempre. Y os sostenga también la bendición apostólica, que imparto de corazón a todos vosotros aquí presentes y a toda la familia franciscana».

Después del discurso, los tres Ministros generales puestos de rodillas, renovaron el compromiso de vivir según la Regla de san Francisco a nombre de todos los hermanos dispersos por el mundo. Al final, la Conferencia de la Familia Franciscana donó al Santo Padre las Fuentes Franciscanas, encuadernadas por la Escuela de cuero de la Basílica de la Santa Cruz de Florencia. 

3. Con el Presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano, en Castel Porziano. Una delegación, encabezada por los Ministros generales, fue a visitar al Jefe del Estado italiano. Fr. José R. Carballo, saludando al Presidente, dijo: «Aquél pequeño hombre, provisto solo del Evangelio, atravesó incansablemente la tierra de Italia y de Europa, llegando hasta Tierra Santa, haciéndose cercano a los más pobres y a los excluidos de la sociedad, queriendo vivir entre ellos y como ellos, solidario con ellos, porque así había vivido el Señor Jesús»

El Presidente, a su vez, después de  haber reconocido que: “Ustedes (Hermanos) que se encuentran en todas partes del mundo presente y llevan, muchos o pocos que sean, en a cada pueblo la semilla de vuestra fe, el testimonio de los valores franciscanos…», y continuó diciendo: «nosotros tenemos necesidad… de vuestra presencia: tenemos necesidad de vuestras obras, tenemos necesidad de vuestro compromiso de portar los valores, los cuales deben de ser continuamente renovados y continuamente trasmitidos en nuestro País».

Los Ministros generales ofrecieron al Jefe del Estado una pieza de cerámica de Deruta, elaborada por Domiziani, con la Carta a las autoridades de los pueblos de san Francisco de Asís. 

 

Conclusión

 

¡Fueron cuatro días de intensa alegría y de profunda conmoción. Juntos celebramos una fecha histórica. Juntos vivimos un momento particular de gracia: la reunión de la gran Familia Franciscana mundial, para poner énfasis en el Evangelio, corazón de la enseñanza y de la experiencia del nuestro seráfico padre, Francisco de Asís!

 








jueves, 30 de abril de 2009

Mes de Mayo


Mes de Mayo, mes de María. :María y la Iglesia.

Saludo a la Bienaventurada Virgen María.
( Arquitecto de la obra de Dios)
¡Salve ,Señora ,Santa Reina ,

Santa Madre de Dios María
Virgen echa Iglesia
Elegida por el santísimo Hijo amado y en el Espíritu Santo defensor; en ti estuvo y esta toda plenitud de la gracia y todo bien ¡.
¡Salve Palacio de Dios ¡¡Tabernáculo suyo ¡ ¡Salve casa suyo! ¡Salve vestidura suya ¡ ¡Salve Madre suya ¡ ,Y ¡Salve todas vosotras Santas virtudes ,que por la gracia e iluminación del Espíritu santo , sois infundidos en los corazones de los fieles para hacerlos , de los infieles a Dios ¡.

La Regla de la Orden Franciscana Seglar en el art .9.

La Virgen María, humilde sierva del Señor ,siempre atenta a su Palabra y a todas sus mociones,fue para San Francisco centro de indecible amor ,y por el declarada Protectora y abogada de su familia . Los Franciscanos seglares den testimonio de su ardiente amor hacia ella por la imitación de su disponibilidad incondicional , en la efusión de una confiada y consciente oración.

En las CCGG art. 16 . 1

María, Madre de Jesús, es el modelo para escuchar la Palabra y ser fieles a la vocació: en ella como Francisco veremos realizadas todas las virtudes evangélicas .

María y la Iglesia

El Concilio Vaticano II establece una triple relación entre María y la Iglesia .María es “miembro sobreeminente y singular de la Iglesia “ es “prototipo y modelo destacadísimo de la fe y en la caridad.  Es madre amantísima de la Iglesia que como tal la honra con filial afecto.

A diferencia de Cristo redentor, Maria pertenece a la comunidad de los redimidos :” está unida en la estirpe de Adan con todos los hombres que han de ser salvados “ .Ella pertenece pues a la Iglesia. Y en medio de la comunidad eclesial la encontramos perseverando con los discípulos en la oración y esperando con ellos la venida del Espíritu Santo (Hc1,14).

La redención eminente de María tiene como finalidad capacitarla para colaborar con Cristo en su obra redentora y consiguientemente ,en el nacimiento de la Iglesia. Debemos fijarnos atentamente en la expresión que usa el Concilio: La Iglesia “Admira y ensalza en María el fruto más esplendido de la Redención“ . La Iglesia pues alaba a Dios por los dones otorgados a María y lo hace con las mismas palabras con que la Virgen exalto la obra del Señor “Proclama mi alma la grandeza del Señor y se alegra mi espíritu en Dios Mi Salvador”. En la Liturgia se da la identificación vital entre la Iglesia y María entre nosotros como Iglesia y María : nosotros como Iglesia nos sentimos representados e interpretados por la virgen .

La tercera afirmación de la Constitución Conciliar es más explicita: la Iglesia “ Contempla con gozo en Maria como en una imagen nítida , lo que ella misma ,toda entera desea y espera ser.”
María es la imagen concreta y definida de lo que la Iglesia anhela y espera ser ,es el icono de la meta de toda actividad ,de toda oración ,de todo obrar y sacrificase de la Iglesia.  María representa así lo que debería cada hombre y cada mujer debería ser una persona entregada por completo a su Señor atenta y pendiente por entero de la obra de Cristo seducida en todo su ser por el gran misterio de Dios .

En María ,la obra de Cristo llego a la perfección .

Hay en una persona en lo que toda humanidad espera y desea se ha cumplido ya a la perfección en que la obra de Cristo está perfectamente acabada .Esta persona es la virgen María, Madre del Salvador y Madre nuestra. Y como María es el principio de la iglesia ,todos los que en la Iglesia se conforman a ella imitando su perfecta adhesión a Dios ,viven en si mismo, en la medida de su correspondencia ,el esplendor de los dones..

Pero ¿qué significa imitar la adhesión de María a Dios y expresarla en la propia vida. Significa sencillamente, tres cosas que comentaremos brevemente: escuchar la Palabra de Dios, es decir. Sí a Dios y Servir.

Escuchar la Palabra de Dios: María es la que hizo sitio en su vida a la Palabra de Dios, dejo que resonara dentro de Ella, desde la primera palabra del ángel hasta las últimas palabras pronunciadas por Jesús desde lo alto de la cruz. María hizo silencio interior para escuchar: reflexionó y meditó en su corazón todo lo que iba realizando en ella y al su alrededor (cf Lc 2,20)
Del silencio contemplativo de María nace la segunda característica, su capacidad para decir Si a Dios, para poner a disposición de la llamada divina : (cf Rom .8,30.). Estas palabras en lenguaje oscuro de Pablo ,quiere decir que no tengamos nada que temer cuando nuestras vidas decimos Si a Dios. Es Él quien nos conduce ,es su fidelidad la que esta en juego. La Madre de Jesús demostró después su adhesión a Dios ,dejo que se manifestara en ella el Reino de Dios en el humilde servicio de esclava ,desde la Encarnación hasta la Cruz, y luego en la comunidad primitiva.


quienes son los consagrados seglares


Este es el compartir que estos seglares consagrados te hacen. 

"Sobre todo a ustedes, seglares consagrados, vanguardia del laicado, les corresponde la tarea de hacer que la enseñanza de Cristo no caiga en el vacío, sino que se convierta en proyecto operativo, social y político, para construir un mundo de fraternidad, de paz, de comunión entre los hombres". Mons. Juan José Dorronsoro.

Nosotros como miembros de Instituto Secular, estamos llamados a manifestar la apertura real a los valores del mundo actual (auténtica secularidad) y la plena y profunda entrega de corazón a Dios (espíritu de consagración). 

Estamos llamados a desempeñar un papel en la evangelización del mundo siendo sal y luz, levadura que fermenta la masa. Y hacerlo desde la vida, desde la sencillez, desde lo cotidiano, desde lo pequeño, lo imperceptible; desde donde cada uno haya sido llamado, desde donde cada uno pueda; desde donde cada uno llegue.

La nuestra es una vocación específica para manifestar el Evangelio en nuestra vida y hacerlo presente en la realidad del mundo en que vivimos y trabajamos. No lo llevamos desde fuera sino que lo aportamos desde dentro. No lo miramos, lo contemplamos, desde fuera sino que lo percibimos y sentimos desde dentro. No es algo añadido a nosotros, sino que es parte de nosotros mismos.

Y todo con los ojos de Dios, los sentimientos de Dios, la presencia de Dios, la voluntad de Dios, la libertad que nos da sabernos en las manos de Dios.

Y para ser fiel a nuestra misión es necesario:

- Una verdadera vivencia del seguimiento de Cristo 

- Un gran equilibrio entre la consagración y la secularidad 

- Un radicalismo en el compromiso de los consejos evangélicos 

- Vivir la secularidad y la consagración desde el exigente compromiso en el mundo y por el mundo 
Una consagración que impregne toda nuestra vida y actividades diarias, creando una total disponibilidad al Espíritu 

- Ser verdaderamente competentes en nuestro campo específico para ser verdaderos testigos 

- Vivir la inserción como una actitud interior 
Ser conscientes de la necesidad de una formación permanente que nos lleve a una mayor plenitud, a una mayor responsabilidad, a una mayor presencia, a una mayor apertura. 

Secularidad y Consagración. Consagración y Secularidad. Son esenciales y complementarias en nuestra vocación.


"Los tiempos actuales requieren una profundización de nuestra vocación según las exigencias de esta época" 

Nuestra vida es un "estar con" Cristo y un "estar con" las mujeres y los hombres de nuestro tiempo, con quienes, la vocación recibida, nos propone vivir, conocer y amar, con el deseo en el corazón, con la esperanza, de que un día ellos mismos reconocerán a Aquel que les da la vida y dignidad.

Se trata, por tanto de que "estemos con Cristo" de un modo inteligible para nuestros contemporáneos, porque "no se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa" (Mt 5,15). Nuestro estar con Cristo se concreta en este mundo, esta sociedad, que está en continuo cambio, transformación.

Un mundo brillante, abigarrado, sorprendente, cruel también en muchas ocasiones...; pero un mundo en ebullición y desbordante de vida; un mundo en el que los progresos de la ciencia y de las técnicas posibilitan maravillosas realizaciones al servicio de la vida humana, de la comunicación y del desarrollo de los pueblos. Progresos de la ciencia y técnica que al mismo tiempo manipulan y destrozan la vida humana, la naturaleza; que hacen mayores las diferencias entre los pueblos; que rompen la comunicación.

Un mundo en constante avance y cambio, que abre espacios a la invención y a la úsqueda de equilibrios deseados.

Vivimos en un mundo de sobreabundancia. Sobreabundancia de conocimientos, de informaciones, de solicitaciones en todos los terrenos, y al mismo tiempo falta cubrir las necesidades vitales, existe marginación, pobreza, carencia de lo más elemental...

Es este el contexto en el que vivimos, estamos y participamos. Somos muy de este mundo y también estamos marcados por las corrientes que lo atraviesan.

Inmersos en este mundo, por pertenencia natural y por vocación, debemos manifestar modos de vida en los que la radicalidad evangélica sea inteligible y tangible para los que nos rodean.

En su tenor sociológico, la secularidad es el contexto de vida social, con sus cambios culturales, en los que el laico participa activamente. Pero no se trata de una obra de transformación del ambiente.

En su tenor teológico, el carácter secular del laico conlleva a una triple misión: "participar en la obra de la creación", "liberar a la creación de la influencia del pecado", "santificarse en el mundo".

"La iglesia tiene una auténtica dimensión secular, inherente a su naturaleza íntima y a su misión, cuyas raíces se hunden en el misterio del Verbo encarnado, y que se realizó de diversas formas por sus miembros" (Juan Pablo II. Discurso a los II.SS. 1.972).

Los II.SS. permiten iluminar más esta constatación. De manera oficial, estos Institutos hacen y están llamados a hacer la experiencia de la secularidad que concierne a toda la Iglesia. Ellos radicalizan las cuestiones que suscitan los ambientes cristianos sobre la relación entre la fe y lo secular.

Nacidos de la determinación a llevar adelante el radicalismo evangélico en el corazón del mundo, los institutos seculares conjugan la problemática de la secularidad y de los estados de vida en la Iglesia. Plantean en primer lugar la delicada cuestión de la vida consagrada in saeculo et ex saeculo.


"Consagrados, en el mundo y desde el mundo, secularidad y consagración constituyen la unidad propia, distinta, esencial, en nuestra vida".

Pablo VI decía: "En un momento como éste los institutos seculares, en virtud del propio carisma de secularidad consagrada, aparecen como instrumentos providenciales para encarnar este espíritu y transmitirlo a la Iglesia entera".

El mundo de hoy necesita con urgencia que los Institutos Seculares demuestren la posibilidad de una perfecta consagración al Evangelio y de una cercanía a la humanidad.

Secularidad consagrada, nos exige vivir en el mundo, en contacto con los hermanos del mundo, insertos como ellos en las vicisitudes humanas, responsables como ellos de las posibilidades y riesgos de la ciudad terrestre, igual que ellos con el paso de una vida cotidiana comprometida en la construcción de la sociedad, con ellos implicados en las más variadas profesiones al servicio del hombre, de la familia y de la organización de los pueblos. Comprometidos sobre todo, a construir un mundo nuevo según el plan de Dios, en la justicia, el amor y la paz, como expresión de una auténtica civilización del amor. No es tarea fácil. Exige discernimiento, generosidad, coraje: Pablo VI los llama los alpinistas del espíritu.

Jesús vivió su consagración precisamente como Hijo de Dios: dependiendo del Padre, amándole sobre todas las cosas y entregado por entero a su voluntad.

Por eso, toda consagración debe entenderse en referencia explícita e inmediata a Jesucristo como una real configuración con Él en una dimensión de su misterio. En consecuencia, allí donde haya una verdadera conformación con Cristo, allí habrá verdadera consagración.

El Hijo de Dios se encarna para consagrar toda esa realidad humana y desde ella, todo el mundo del hombre, asumiéndola, trascendiéndola y sacrificándola.

Cristo se vive y se desvive a sí mismo en sacrificio, en autodonación al Padre y a los hermanos. Esta consagración o unción, sustantiva, debe realizarse también en un orden dinámico, operativo. Y esto no se efectúa de una vez para siempre. Por eso, Cristo vive en sí mismo todo un proceso de consagración que dura toda su vida, hasta que, en la muerte y resurrección, su naturaleza humana adquiere la transparencia que su condición de Hijo de Dios exigía desde el principio.

Cristo en la encarnación y desde la encarnación, renuncia al brillo, al poder, a la gloria y a la majestad, no hace valer sus derechos y se presenta en estado de debilidad. De este modo desanda el camino recorrido por Adán, quien hizo alarde de una categoría que no le correspondía e hizo valer unos derechos que no tenía. Como toda la vida de Jesús fue un estado de virginidad, de pobreza y de obediencia, en realidad toda su vida fue un continuo anonadamiento y vaciamiento de sí mismo –kénosis-, es decir, un perenne sacrificio y un proceso ininterrumpido de consagración.

María Virgen, consagrada ya desde el principio de su existencia por la concepción inmaculada, que supone no sólo la ausencia total de pecado, sino la plenitud inicial de gracia, es consagrada de nuevo por la gracia de la maternidad divina, en la encarnación, quedando toda ella introducida vitalmente en el ámbito de la Trinidad, invadida por el Espíritu, asociada a la Paternidad del Padre y relacionada intrínsecamente con el Hijo, a quien engendra, por una acción generativa propia, según la naturaleza humana.

Y, en ese mismo momento, inicia también ella todo un proceso de anonadamiento –de consagración- que dura toda su vida y que culmina en la muerte física y en la asunción gloriosa a los cielos. María Virgen, al igual que Jesús, no hace alarde de su categoría; se presenta como una mujer cualquiera; se proclama a sí misma sierva, cuando es de verdad y otros la llaman Señora y Reina; no hace valer sus derechos. De este modo, con su Hijo, desanda el camino recorrido por Eva y deshace el nudo de la desobediencia y de la incredulidad que Eva había hecho. María, viviendo en virginidad-pobreza-obediencia, se vivió en sacrificio de sí misma y en autodonación a Dios y a los hombres. Por eso, justamente es llamada "modelo y amparo de toda vida consagrada" (Can. 663,4).

Perpetuar en la Iglesia, de modo sacramental, su misterio de anonadamiento y de sacrificio total de sí mismo. El consagrado representa o sea, hace de nuevo visiblemente presente a Cristo en la Iglesia y para el mundo en estas tres dimensiones esenciales de su proyecto de vida. En esto consiste la identidad y misión de la vida consagrada.

La consagración tiene un carácter de totalidad. Comprende a toda la persona y abarca toda su vida. Por medio de los tres votos, el hombre se entrega a sí mismo en totalidad a Dios, realizando una verdadera transferencia de propiedad. No sólo le ofrece los frutos del árbol de su vida, sino el árbol mismo con sus raíces y toda su capacidad de fructificar; y no por etapas, sino de una sola vez y para siempre. En su aspecto de renuncia los votos no quieren remover simplemente lo que se opone a la caridad, sino lo que impide o estorba su perfección, su totalidad y su actualidad. El consagrado pretende vivir ya desde ahora, en la medida de lo posible, la caridad teologal con la totalidad y actualidad con que se vive en el cielo; es decir, en ejercicio vibrante y continuo y en acto ininterrumpido.

En virtud y como exigencia fundamental de la fe en Cristo, el cristiano tiene que estar dispuesto a perderlo todo por Él. Esta disponibilidad no es de consejo, sino estrictamente obligatoria como actitud habitual. Pero el consagrado, como los apóstoles, vive de una manera original y con un especial radicalismo esta disponibilidad total, dejándolo todo de hecho por Jesús.

Ahora bien, la persona no sólo se entrega en totalidad y se deja poseer, consintiendo activamente en la acción de Dios, cuando de verdad ama y cuando es amada. La consagración sólo puede entenderse y explicarse desde la categoría suprema del amor y del amor total. Desde el amor de Dios, primeramente; y desde el amor que Él derrama y crea en la persona. El amor es un don. Y amar es darse.

También la vida consagrada es un acto que genera un proceso. La configuración con Cristo virgen –pobre- obediente debe ir creciendo ininterrumpidamente hasta llegar a ser, de verdad, una pura transparencia de Jesús.

La vida consagrada nace en la Iglesia y para la Iglesia. Los llamados consejos evangélicos y el estado de vida en ellos fundado son un don divino que la Iglesia recibió de Jesucristo y que con su gracia conserva siempre. Este modo de vida pertenece esencialmente a la estructura interior de la misma Iglesia. La consagración redunda a favor de la Iglesia entera, que es el ámbito propio de nuestra inserción en Cristo y de la misma consagración. "Es la Iglesia quien autentiza el don y es medidora de la consagración" (E. E. 8).

La consagración teologal de Cristo, su entera donación no sólo subjetiva, sino objetivo-real en sacrificio al Padre, es el carisma, el don hecho por Él a la Iglesia... Esta consagración es un don. Pero es, consiguientemente y de un modo insoslayable, una ineludible tarea. La Iglesia está obligada a realizar en sí misma esta entera consagración teologal del Señor.

Ahora bien, no es posible que la Iglesia en su totalidad ni por la mayor parte de sus miembros, realice en su plenitud esta consagración teologal, que sólo puede ser como tal, vivida y exteriormente expresada en la práctica de los consejos evangélicos. Desde el punto de vista, la vida consagrada es la que de verdad y por entero cumple en la Iglesia la consagración teologal del Señor, en la cual la iglesia entera fue consagrada. De otro modo la consagración de Cristo sería incompletamente vivida y realizada en la Iglesia.

Nuestra mirada se dirige hoy, en camino hacia el "tertio millennio adveniente" en un encuentro con Jesucristo vivo. Él nos dice: "Yo soy el camino, la verdad y la vida". El está en nuestros corazones de seculares consagrados, mediante la fe y la caridad, por la acción del Espíritu Santo y en la Eucaristía.

Necesitamos la conversión personal, paso imprescindible para recibir y acercarnos a Cristo: "Arrepiéntanse porque el Reino de Dios está cerca" y una total renovación de todo nuestro ser, sentir, juzgar y disponer.

Debemos vivir en comunión entre nosotros y con Dios, para promover en el mundo los "nuevos caminos de comunión y de colaboración, aunando esfuerzos entre personas consagradas y laicos en orden a la misión" (VC 55).

Será necesario por nuestra parte un testimonio de santidad más vibrante y transparente como consagrados/consagradas, con los dones que cada uno hemos recibido, santidad en las ocupaciones y circunstancias de la vida, es el medio más eficaz para ser la "sal" de la tierra y la "luz" que el mundo necesita hoy.

Vivamos la solidaridad cristiana, como puesta en práctica del mandamiento del amor que tiene su origen en la fe en un Dios, siempre solidario, respecto al hombre que crea por amor, que no lo abandona caído en el pecado, sino que le ofrece la salvación (Gen. 3,15), que escoge a un pueblo lo forma y establece con el una alianza de amor y fidelidad.

Para nosotros implica la solidaridad un compromiso religioso y ético, que regula de igual manera la vida espiritual con Dios y la preocupación por los pobres, los deberes para con Dios y las obligaciones con el prójimo.

Nuestros objetivos podrán ser:

- Valorar nuestra secularidad sabiendo que no es un hecho sociológico, sino una forma de asumir el riesgo de optar por el mundo como ámbito de acción. 

- Tomar conciencia para seguir creciendo en fidelidad a nuestra consagración en secularidad. 

- Potenciar nuestra consagración secular para introducir en la sociedad las energías nuevas del Reino de Cristo, buscando transfigurar el mundo desde dentro con la fuerza de las Bienaventuranzas.

Para terminar, recordemos las palabras del Papa Juan Pablo II: "No tengáis miedo. Abrid de par en par todas las puertas a Cristo".

Esta llamada se dirige a nosotros miembros de Institutos Seculares. Que la fuerza del Espíritu que "renueva la faz de la tierra" nos ayude a abrirnos más y más, nos dejemos invadir por el fuego de su amor, abandonándonos en El, para transformar el mundo desde el interior a guisa de fermento (L.G. 31).