martes, 1 de julio de 2008

Aprovechar el verano

El verano nos invita a descansar pero no a permanecer inactivos. Después de todo un año dedicado a nuestras ocupaciones y actividades personales y profesionales, llegan las vacaciones, y con ellas nuestro periodo de descanso que bien podemos aprovechar para realizar aquello que durante el invierno no hemos podido llevar a cabo por falta de tiempo.

Ahora, que nuestra actividad diaria disminuye, es un buen momento para poder dedicar más tiempo a “participar de la vida sacramental de la Iglesia, especialmente de la Eucaristía y a la oración litúrgica”, visitar a los enfermos o retomar la amistad con alguien a quien no vemos desde hace tiempo, leer ese libro que tenemos reservado para “cuando tenga tiempo” o dedicar unos días a ejercicios espirituales.

Es verano, de acuerdo. Estamos de vacaciones. Pero eso no significa que permanezcamos inactivos como una seta en medio del campo. Aprovechemos el verano! Saquémosle todo su sabor! Para que cuando nos pregunten qué hemos hecho este verano, nuestra respuesta no sea: nada. Además, sabido es de todos que la ociosidad es la madre de todos los vicios.

Feliz verano.