martes, 24 de marzo de 2009

Una mirada Fraterna

Francisco vivió en una época: feudal, burgués (urbano) y una Iglesia caracterizado por lo bueno y lo malo. El feudalismo era clasista, verticalista-autoritario, caballeresca, guerrera y cruel.Francisco antes: reconocía plenamente todo poder, pero Francisco consciente de esa realidad, contesta, rechaza el poder, el clasismo, la violencia y la riqueza.

Ante una sociedad burguesa, comerciantes y explotadores (su propio padre), capitalistas: Francisco, tiene una actitud de rebeldía y subraya el sentido de la fraternidad ancha y abierta, igualitaria y responsable.

Aún hoy: la posición de Francisco ante el enriquecimiento y la explotación del otro, prohíbe el tener, acumular dinero y riquezas, y, ense a la austeridad frente al consumismo que la riqueza iba haciendo posible.


Francisco es muy particular, tiene lo suyo, tiene lo que lo caracteriza: "Me sé de memoria a Cristo Pobre y Crucificado", es decir, Cristo es la realidad única para Francisco, es su gran Amor, es su único y Sumo Bien, único Se or a quien seguir y dedicar todo el tiempo de su vida y, desde él descubrir a los demás, descubriendo la presencia de él en las personas y las criaturas, de una forma afectiva y compasiva, como era el Se or Jesucristo con las personas.


Francisco, el convertido en penitente, experimenta a Cristo en su vida, y, Cristo vino a transformarse en el centro de su vida, de su pensamiento y sus obras. Porque es en Jesucristo, en su mensaje, en su palabra y sus obras, donde descubre la presencia viva del proyecto del Padre Dios.


Francisco cree plenamente en la persona de Jesucristo como revelación plena del amor redentor del Padre Dios y, esa fe en Jesucristo, lo hace comprender la misión del hombre, de la Iglesia y de su propia vida, suscitando nuevas perspectivas de ser hombre y ser Iglesia (aislada en su época de los pobres-leprosos), pero todo desde Jesucristo y en Jesucristo.


Dicho de otra manera: para Francisco, el hombre ¿quién es?, al hombre solo se puede conocer desde Jesucristo y en Jesucristo, incluso la acción de la Iglesia no tiene sentido si no es desde la persona de Jesucristo. Comprender al hombre y a la acción de la Iglesia, desde un Jesús humano y encarnado, cercano y real, dimensión que se experimenta y se vive, realidad que permite conocer de cerca los desafíos que co-lleva la experiencia con Cristo. De ahí que para Francisco es fundamental descubrir a Cristo en los hermanos y trasladar los valores evangélicos en la vida entre los hermanos. Es en esa experiencia de hermanos que Francisco descubre el encuentro con Cristo (el Se or me dio hermanos) y lo lleva a descubrir a diario el sentido de la vida evangélica.


El Cristo de Francisco, lo lleva a comprender el verdadero camino a seguir, el sentido pleno de la verdad en el ser humano y la propia misión de la Iglesia, abierta y trascendente, cuya meta es suscitar vida y vida en abundancia, porque el origen de todo es el mismo Dios, pero a El, solo se entiende desde Jesucristo y en Jesucristo que es el verdadero Camino, Verdad y Vida. (Jn, 14,6)

Dios es el origen de todo, Él es el Padre de Cristo, y es en Cristo que se reveló plenamente, y el hijo es el amado, el enviado, el iluminado, también Dios, que se ofrece de manera gratuito, gracias al amor gratuito que existe entre la relación del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, vivificador y emprendedor de los dones para tener presente todos los días la persona del enviado, Jesús el Redentor.

Francisco comprende que la Santísima Trinidad es la que se manifiesta en definitiva. Dios es el centro de su propia existencia. Vivió la vida descubriéndola a cada paso que daba y todo lo hacia por el Amor de Dios. Porque reconoció lo cuanto Dios ama al hombre y, por el hombre entregó a su propio Hijo, que se hizo pobre y humilde. Desde esa contemplación, Francisco descubre la pobreza y la humildad como camino de disponibilidad al servicio de los demás, guiado por la fuerza y la luz del Espíritu Santo. Porque comprende de que Dios Padre, por el Hijo da todo para salvar a los hombres, de esa manera, las únicas huellas que nos llevan al Padre es la de su Hijo, el amado, el enviado, por quien Francisco tiene la certeza de construir la experiencia de la vida fraterna como medio de salvación. Francisco, entonces, se hace pobre, para ser el servidor de los hermanos como lo hizo su Amado Jesús. Es necesario volver a Jesús, porque el Amor no es amado.


Francisco escucha la voz de Dios en la persona del Hijo, y, por medio del ejemplo de vida de la de Cristo, aprende a ser, a hablar y actuar, es decir, Cristo es su gran Maestro. Por eso Francisco, habla y actúa con amor y por amor.


Francisco fue un hombre de amor, de alabanza, de gratuidad, de afectividad, de entrega total, sin otra aspiración sino seguir las huellas de Jesucristo, evangelio vivo y permanentemente nuevo en vida, que lo hacia sentir siempre alegre y totalmente dependiente de la providencia divina.


Francisco vivió en el mundo con sus hermanos, peregrino y penitente, solo quiso que sus hermanos contemplaran a Dios en todas las criaturas, en especial al otro, que es su propio hermano, dado por Dios como don mas preciado por Él mismo.


Francisco no solo veía sino sentía en cada hermano la presencia de Cristo (el Se or me dio hermanos), descubría en cada hermano las mejores cualidades, formando así la fraternidad de los hermanos en el sentido mas pleno de la universalidad, hermanos de todos y con todas las criaturas, hermanos que se aman y hermanos que aman a todas las criaturas.


Hoy Francisco, el hermano menor, nos ense a a seguir a Cristo, para construir el Reino del Padre, guiado por el mismo Espíritu Santo.


Amén.

Hno Agustín Dominguez Sosa
Hno profeso de la OFS de Canarias y aspirante a los Cruzados Seráficos